lunes, 20 de febrero de 2012

EL ESPACIO DE LA MEMORIA



Afuera. Octubre, 2010

Centro Cultural de España

Córdoba, Argentina

Antes que ser considerada como depósito de conocimientos, la memoria es una herramienta para la comprensión de la naturaleza humana. Pese a ello, la historia oficial se construye para dar significado a leyes e instituciones cuyo objetivo es prescribir y delimitar la conducta más que ampliar la conciencia individual. La memoria colectiva se vale entonces de otros espacios, ajenos a los discursos provenientes de la política o las ciencias exactas, tales como la tradición oral, las artes populares y otras formas no reconocidas como parte de la cultura. Formas que lejos de justificar o validar normas y valores, muestran que pese a las contradicciones en la construcción de los símbolos que delimitan nuestro entorno, la cotidianidad se construye como un espacio que excede la historia oficial.

Los actos que buscan dignificar la memoria tanto de víctimas o victimarios de la violencia, representan la tácita negación de la dignidad histórica para el ciudadano común. Significa que para pertenecer a la historia es necesario ser víctima o cómplice del estado.

El espacio asignado por la historia oficial para el ciudadano común es de hecho la negación de cualquier espacio. Fuera de ella, existen criminales heroicos, santos populares, técnicas no científicas, leyendas que cohabitan sin otra función que demarcar un tiempo vago e impersonal para preservar ésa otra memoria.

Tomar posesión de nuestra propia historia es decir, tomar conciencia del auténtico significado de los símbolos acumulados por la sociedad en el tiempo se plantea entonces casi como una utopía, puesto que para significar de una manera distinta los hechos del pasado habría que deconstruír las estructuras de poder como legitimación de códigos morales.

Esto no quiere decir, de manera alguna que exista, una receta o manera estándar de asumir ésta postura frente al poder, cada sociedad ha generado sus propias instituciones con el devenir histórico, y el valor que determinados símbolos tienen para quienes la conforman es variable, según la responsabilidad que cada quien asuma. Acciones que pudieran parecer contrarias, representan una misma intención: Tomar posesión de la memoria colectiva en lugar de ser simplemente un sujeto de la historia.

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